Cómo acusar de fascismo a todo el que piense distinto.



"De Mussolini a la Primera Línea: una historia de violencia, estética revolucionaria y el fanatismo como política de Estado"



Hace una semanas conversando con un viejo compañero de aulas sobre la situación del país y teniendo en cuenta la situación del Catatumbo, el argumentaba que era una pelea de Guerrilla Vs Guerrilla y según él, el gobierno Petro no tiene ninguna responsabilidad y que el responsable directo eran las fuerzas armadas en cabeza de sus generales, a lo cual le exprese que Petro había desmantelo premeditadamente las fuerzas armadas para ayudarle a la guerrilla, narcos y contrabandistas (Pacto de la Picota). Primero hay que recordarle a este abogado que La Constitución Política de Colombia establece en el artículo 189, numeral 3, que el presidente de la República es el comandante supremo de las Fuerzas Armadas. El texto relevante dice lo siguiente: Artículo 189. Corresponde al presidente de la República como jefe de Estado, jefe de Gobierno y Suprema Autoridad Administrativa: [...] 3. Dirigir como comandante supremo la Fuerza Pública, ejercer el mando supremo de las Fuerzas Armadas de la República y disponer de ellas como lo estime necesario para la defensa de la soberanía, la independencia, la integridad del territorio nacional y del orden constitucional. Por lo tanto, esta disposición le otorga al presidente la máxima autoridad jerárquica sobre las Fuerzas Armadas en Colombia y si no atacan es porque el presidente Petro no le ha dado la orden. Se atrevió a decirme que era inexacto y que “Petro tampoco controla a las fuerzas armadas”. Prueba de ello es al actual nombramiento del general Pedro Arnulfo Sánchez, con lo que quedan probados mis dos argumentos: 1- El presidente es la máxima autoridad en las fuerzas armas y por tanto responsable del orden público y 2- Petro debilita las fuerzas armadas, este nombramiento provoca la salida de por lo menos 30 generales del más alto rango. Como es clásico en los petristas cuando no ganan con argumentos arrebatan con la filosofía wokista, razón por la cual se atrevió a tildarme de fascista o nazista. Como es usual en los petristas, desde su cabeza máxima el caudillo presidente, desconocen la historia y su contexto dentro de la vida contemporánea, por eso paso explicar de dónde viene el termino fascista y nazista, pues viene de Benito Amilcare Andrea Mussolini Predappio, 29 de julio de 1883-Giulino, 28 de abril de 1945, conocido como Benito Mussolini, quien fuera periodista, político, militar y dictador italiano, líder del Partido Nacional Fascista y del Partido Fascista Republicano, primer político fascista, quien perteneció al partido socialista italiano, dentro de sus recordadas ideas esta “Todo dentro del estado y nada fuera de del Estado y nada contra el Estado”. Nada más instaurarse en Italia el primer régimen fascista de la historia, en 1922, Ramiro de Maeztu lo calificó de «movimiento político inclasificable dentro de los casilleros del siglo XX», pero muchos de sus seguidores coincidían entonces que su origen se encontraba en el socialismo o la izquierda. La Marcha sobre Roma fue un evento clave en la historia de Italia que ocurrió entre el 27 y el 29 de octubre de 1922. Fue una movilización organizada por el Partido Nacional Fascista de Benito Mussolini, en la que miles de camisas negras (militantes fascistas) marcharon hacia la capital italiana con el objetivo de tomar el poder. Este hecho marco el inicio de la dictadura fascista en Italia y dio legitimidad política a Mussolini, quien en los años siguientes consolidó un régimen autoritario, este régimen inspiró otros movimientos fascistas en Europa, como el nazismo en Alemania. La Marcha sobre Roma es vista como un golpe de Estado que permitió a Mussolini tomar el control del país con el respaldo del rey y sin una confrontación directa con el ejército. Visto el resultado, el recientemente creado Partido Nacional Fascista (PNF) continuó con la misma estrategia a comienzos de 1922, quemando los locales de la oposición en el norte de Italia. «La violencia es, a veces, moral», justificaba Mussolini en el discurso pronunciado en Udine, el 20 de septiembre de 1922. Y un mes después advertía en Nápoles: «Os digo con toda solemnidad: o se nos entrega el Gobierno o lo tomaremos marchando sobre Roma». Y así fue. Esta estrategia la replicaron los nazis en la muy conocida Noche de los Cuchillos Largos, un evento clave en la consolidación del poder de Adolf Hitler en la Alemania nazi. La Noche de los Cuchillos Largos ocurrió entre el 30 de junio y el 2 de julio de 1934. Fue una purga llevada a cabo por Adolf Hitler y las SS (Schutzstaffel) y sus conocidas "Camisas Pardas". El 3 de julio de 1934, el gobierno nazi justificó los asesinatos como una medida necesaria para evitar un supuesto golpe de Estado, esta purga fue un paso crucial en la dictadura de Hitler y demostró su voluntad de usar la violencia para mantener el poder. Ahora volviendo a nuestro entorno, acá trataron de hacer lo mismo con el mal llamado “Estallido Social”, que se refiere a una serie de protestas masivas y movilizaciones de vándalos que surgieron como una herramienta coordinada en respuesta de un supuesto descontento generalizado con el sistema político, económico y social de un país. Algunos ejemplos destacados de estallidos sociales en América Latina incluyen: Chile (2019-2020): Iniciado por el alza del pasaje del metro, derivó en una crisis social con demandas por una nueva Constitución y reformas estructurales, subió la izquierda al poder y aún hoy no hay una nueva constitución. Colombia (2021): Originado por una reforma tributaria, escaló a una protesta nacional contra el gobierno y las condiciones sociales, subió al año siguiente la izquierda al poder y presento una reforma tributaria aún mayor y hoy piensan presentar otra. Ecuador (2019 y 2022): Protestas contra el aumento de combustibles y medidas económicas del gobierno, fracasa el expresidente Correa, también de izquierda en su intento de tomar el poder. Todos estos eventos estuvieron acompañados de enfrentamientos con la fuerza pública, bloqueos, vandalismo, y todos lo único que pretendían eran generan cambios políticos. En la gran tragicomedia de la historia, las camisas negras de Mussolini, las SS y la Gestapo de Hitler en la Noche de los Cuchillos Largos, y la primera línea del Estallido Social en Colombia parecen variaciones de la misma obra, con distintos actores, pero un guion familiar. Todos, en su respectiva época, vestidos para la ocasión, ya sea de negro fascista, con esvástica intimidante o con cascos improvisados y escudos de lata, se presentaron como los paladines de una causa mayor. Con la misión de purgar enemigos internos para consolidar regímenes autoritarios. Lo irónico es que, en su afán de encarnar la revolución o el orden absoluto, todos terminaron compartiendo el mismo amor por la intimidación, la violencia calculada y la estética teatral de la represión o la revuelta. Quizás el uniforme cambie, pero el espíritu del fanatismo siempre encuentra su propio disfraz. En un giro que haría sonrojar a cualquier dictador de antaño, el presidente Gustavo Petro ha decidido que la mejor manera de gobernar no es a través del diálogo institucional ni del respeto a la separación de poderes, sino con movilizaciones en las calles y señalamientos a sus "enemigos internos". Como si estuviera sacando lecciones de los manuales de Mussolini y Hitler, Petro parece convencido de que cuando la ley y la Constitución se interponen en su camino, lo mejor es recurrir a la presión popular para doblegar a las instituciones. Ahora, ante la inminente caída de su reforma pensional en la Corte Constitucional, el presidente no se molesta en argumentar jurídicamente ni en buscar consensos, sino que prefiere agitar las banderas de la "lucha del pueblo" e instar a que las masas lo defiendan en la plaza pública. Porque, claro, ¿para qué respetar los contrapesos del Estado cuando se puede apelar al fervor callejero y convertir un revés legal en una conspiración de "los poderosos"? Pero Petro no se detiene ahí. En su cruzada contra las instituciones, también ha emprendido una embestida contra el Consejo de Estado por permitir que el Consejo Nacional Electoral lo investigue. Al parecer, la legalidad solo es válida cuando le favorece; de lo contrario, es una "persecución política". Y como gesto final de su desprecio por la separación de poderes, decidió no asistir a la cita con la Corte Suprema en Quibdó, porque al parecer el mandatario cree que su presencia en estos espacios es opcional, como si se tratara de un evento social y no de un compromiso de Estado. Así, mientras Petro acusa a los demás de atentar contra la democracia, él mismo se encarga de vaciarla de contenido. Con marchas como método de presión, descalificaciones contra los órganos de control y desplantes a la justicia, va dejando claro que, en su concepción del poder, la Constitución es apenas un documento incómodo que se puede pasar por alto cuando no encaja en su proyecto político.




Manuel E. Castillo S.

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